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Dra. María del Mar Ferré Rodríguez / Col nº 35398

AVANZANDO HACIA UNA CONCEPCIÓN INTERDISCIPLINAR DEL DESARROLLO INFANTIL

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En el momento de la concepción, el ser humano es un proyecto a desarrollar. Posee unos planos genéticos que producirán una amplia serie de procesos que culmina en la construcción de una compleja estructura, el Sistema Nervioso, gracias al cual podremos comunicarnos con nuestro entorno, alcanzar la conciencia, el dominio de la palabra y el pensamiento. Un niño es una unidad, aunque tenga una forma de expresión física, representada por el cuerpo, una forma de expresión emocional y otra mental. Las tres grandes esferas de la identidad humana son tres expresiones de un mismo ser. El pleno conocimiento de esta unidad implica desarrollar una concepción interdisciplinar. Por este motivo, hemos desarrollado muchos puentes de relación entre nuestra base de formación médica y las distintas disciplinas que pueden integrarse en el estudio y la terapia del desarrollo infantil. Cada día tenemos más claro que los problemas de desarrollo de un niño, desde unas otitis repetitivas hasta un problema de dislexia, pasando por un cuadro de eneuresis que aparece a raíz de la separación de los padres pueden beneficiarse de un abordaje completo que integre diversas vertientes del conocimiento. La medicina biológica, la neurología funcional, la biomecánica y la ergonomía, la psicología, la pedagogía, la optometría, las técnicas de desarrollo audio-psico-fonológico, la logopedia, la medicina energética, la medicina integrativa, la neuroquímica y la neuro-psico-inmunología, por mencionar las más vinculadas pueden ayudar a elaborar un programa de tratamiento más completo y eficaz. Cualquier proceso normal o patológico puede y debe estudiarse desde todas estas vertientes. Pongamos por ejemplo tres casos que hemos tratado recientemente: Niño que acude a la consulta porque presenta problemas de atención en el aula, retraso en la adquisición del lenguaje y problemas de aprendizaje. Está cursando segundo de educación infantil y tiene algo más de cuatro años. Al historiar bien su problema y explorarle, detectamos estos tres puntos fundamentales:
  • Tuvo unas otitis muy resistentes a la terapia tradicional que se iniciaron a los dos años y que acabaron con la implantación de drenajes. ¿Cabe preguntarse por qué aparecen a los dos años precisamente?.
  • Cuando tenía dos años nace un hermanito.
  • Y el signo más importante que presenta en este momento es un bloqueo de la escucha y una dificultad evidente de comunicación. Funciona como un sistema cerrado, a la defensiva y se comporta como si no oyera bien y su audición es perfecta (lo han constatado)
El tratamiento que indicamos en este caso se componía de:
  • Una terapia biológica (homeopatía) para restablecer la función del sistema inmunitario.
  • Un esquema educativo porque los padres no estaban planteando bien la educación de los dos hermanos. Su instrumento educativo por excelencia era la comparación entre ambos.
  • Y un programa de reeducación de la escucha y el sensorio.
El efecto integrado de estos tres elementos, con unos padres que entendieron perfectamente el mensaje, estamos convencidos de que permitirá resolver el problema. Niña de 8 años que nos remite la escuela para diagnóstico de lateralidad. Trabaja con la mano derecha pero hace muchas inversiones y han observado que utiliza como dominante el ojo izquierdo. De la historia y la exploración destacamos los siguientes datos:
  • Tras una gestación un poco agitada por tres amenazas de aborto que obligan a guardar reposo, se pone en marcha un parto que acaba en cesárea por problemas en el período expulsivo. Pequeños problemas de sufrimiento fetal.
  • Los padres valoran un desarrollo normal durante los primeros cuatro años de vida. Es una niña alegre, positiva y comunicativa. No había gateado.
  • A los cuatro años, unos episodios de bronquitis importantes, que aparecen a raíz de un cambio de escuela, obligan a ingresarla tres veces.
  • A partir de ese momento, empieza a entristecer, se hace más llorona y empieza a decir que no quiere ir a la escuela.
  • No hay antecedentes zurdos en la familia y ella siempre mostró tendencias diestras.
  • Al explorarla detectamos los siguientes signos de alteración: Conducta ansiosa, temerosa e insegura Desorden neuromotor importante, con falta de incorporación de los esquemas de movimiento que permiten la función unificada de los dos hemisferios. Dominancia lateral diestra pero con problemas de trabajo binocular en visión próxima. Malas posturas al escribir y tendencia a la visión doble.
Constatamos un cuadro evidente de bloqueo neurofuncional sobre un terreno sensibilizado. El bloqueo aparece a los cuatro años por un problema físico (asma y ahogo), propiciado por un cambio de escuela que no integró correctamente, en una niña especialmente defensiva, posiblemente por las informaciones de amenaza grave acumuladas durante la gestación y el parto. Es evidente que este caso no puede resolverse trabajando con fichas de direccionalidad. Sus inversiones gráficas son la expresión última de un problema profundo frente al que aconsejamos:
  • Una terapia biológica dirigida a disminuir la defensividad general del sistema.
  • Disminuir la presión escolar y evitar los tratamiento de reeducación sintomáticos.
  • Aplicar un programa de terapia neuromotor dirigido a mejorar el control corporal, la permeabilidad automática de las vías cruzadas del movimiento y mejorar la conexión interhemisférica.
  • Y un programa de tratamiento optométrico destinado a mejorar la binocularidad y acabar desarrollando dominancias en el ojo derecho.
El problema de esta niña no es hacer inversiones gráficas, sino el bloqueo y la defensividad que laten en su interior y que tiene una base clarísima de función neuropsicoinmune. Son muchos los casos de niños que han desarrollado una patología múltiple, física, emocional y mental, y que están pidiendo a gritos que los distintos especialistas que puedan participar se reúnan alrededor de una mesa para decidir cómo podemos ayudarles, en lugar de discutir de quién deberían ser pacientes. No olvidemos que la superespecialización es necesaria para profundizar en el conocimiento de muchos procesos pero, a la hora de aplicar tratamientos, no debemos perder de vista esta idea de unidad que constituye el niño en su vida real.