Dra. Mª del Mar Ferré
LA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN FRENTE AL NUEVO CURSO ESCOLAR
En unos días, se iniciará un curso escolar atípico, plagado de incertidumbre y de nuevos retos, que van a poner a prueba nuestra capacidad de adaptación, la de todos: la de los niños, los profesores y los padres.
Durante el confinamiento, la inmensa mayoría de los niños dieron una respuesta sorprendente, su resiliencia fue admirable, incluso, en muchos casos, mostraron una capacidad de adaptación muy superior a la de algunos adultos. Confiemos en que esa capacidad de adaptación, esta plasticidad, funcione de nuevo.
Los adultos nos quejamos del uso de mascarillas, nos molesta, nos irrita y la llevamos porque somos conscientes de nuestra responsabilidad y muchos de nosotros nos vemos obligados a usarla durante toda la jornada laboral. El caso de los niños es diferente, es cierto que han estado usando ya mascarilla algunos ratos, en la calle, en interiores y cuando no se podía mantener la distancia de seguridad, pero han gozado de muchos ratos en casa, en la playa y en el campo en los que no se han visto obligados a usarla y, ahora, a partir de los seis años, van a tener que llevarla permanentemente durante toda la jornada escolar.
Estoy convencida de que se acostumbrarán a llevarla, pero, inicialmente, para los maestros, establecer nuevas rutinas higiénico-sanitarias y hacer que se cumplan los protocolos va a suponer un trabajo añadido. Y algunos cambios son radicales, después de habernos cansado de repetir a los más pequeños “hay que compartir”, de repente, la consigna va ser la contraria: “no se puede compartir”….
Inicialmente, este estado de hiperalerta hasta que se adquieran y automaticen las nuevas rutinas (llevar correctamente la mascarilla, no manipularla, no tocar los objetos de los compañeros, mantener la distancia, etc.) va a suponer un estrés añadido tanto para los maestros y profesores como para los niños y ya sabemos que el estado de hiperalerta puede ir en detrimento de los procesos de atención.
No todos los centros escolares disponen de los mismos medios ni tienen la posibilidad de ampliar los espacios todo lo que sería necesario y me preocupan algunos modelos de distribución de los alumnos en la clase que han aparecido en TV para crear los llamados “grupos burbuja” porque algunos diseños del aula eran totalmente desaconsejables, ya que obligaban a una parte de los niños a adoptar posturas completamente anómalas a la hora de trabajar y para mirar a la pizarra e impedían mirar de frente y sin realizar cambios periódicos de posición dentro del aula.
Con el uso de las mascarillas, perdemos en parte la información que proporciona nuestra expresión facial y, con la limitación del movimiento, la que aporta el lenguaje corporal, pero tenemos que asumir esta limitación e intentar compensarla modulando y añadiendo carga emocional, más matices a nuestros mensajes verbales. Recordemos que, cuando se enseña transmitiendo pasión, es más fácil que los niños estén motivados porque se activan sus neuronas espejo.
Ya durante el primer mes de curso, los maestros detectaban las dificultades motrices que presentaban algunos alumnos en los recreos, en las actividades motrices y lúdicas en los patios y que, en muchos casos, iban en paralelo con dificultades de aprendizaje, pero ahora parte de estas actividades se verán muy limitadas en algunos colegios, se habla incluso de que en algunos centros escolares el recreo se hará dentro del aula por falta de espacio. A este respecto, sería sumamente importante tener en cuenta que hay niños que necesitan irremisiblemente realizar actividad física, tener la posibilidad de liberar la tensión mediante la descarga motriz y, por eso, los maestros que se vean en esa situación tendrán que poner a prueba su imaginación para “inventarse” juegos, actividades que permitan, incluso dentro del aula, la descarga motriz (la música puede ayudar, permitir dar palmas, cantar, seguir el ritmo con los pies) porque, de lo contrario, van a aumentar los trastornos de atención e hiperactividad. Además, reproducir algunos patrones motores concretos (para lo cual no se requiere un gran espacio y se puede respetar la distancia de seguridad) va a permitir evaluar y, en caso necesario, realizar un abordaje personalizado de los niños que lo requieran porque no tengan la madurez suficiente para iniciar la lectoescritura (https://www.jorgeferre.com/publicaciones/tablas-ferre-de-evaluacion-preventiva-del-desarrollo-motor-y-sensorial-0-a-6-anos.)
Sin duda, será un curso diferente, nos pondrá a todos a prueba, pero seguro que ¡APROBAREMOS!
Septiembre 2020
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